Me tiene soberana mente podrida la hipocresía, falsedad, materialismo, insensibilidad, estupidez, inmadurez, oportunismo, engaño, desprecio, incoherencia, bajeza, cobardía.
Basta, lejos de mi todo esto. Nunca fue parte de mí esta mezquindad.
Y hoy siento rabia, sí, siento furia y me lo estoy permitiendo, son sentimientos que también me los permito. Hoy se me envenenó el alma, siento angustia, ansiedad, inquietud.
¿Por qué estoy ansiosa y angustiada? Porque tengo toda esta energía negativa, este veneno dentro de mí y lo quiero sacar. Por eso quiero gritar, gritar. MUY FUERTE.
Fuera de mi alma la basura de los demás; yo no me voy a hacer cargo de ella, aunque hoy me lastime y me envenene, me llene de furia y de asco. Dicen que el veneno así como el ácido lo que carcome es el envase y ese envase hoy soy yo; y no lo acepto, no quiero. Por eso quiero expulsar el veneno, que generó con su lamentable actitud.
Mi armonía no se verá quebrantada por las miserias que alguien no puede soportar en su pobre, inestable y triste vida.
Yo decidí jugar limpio siempre, confié, pero terminó siendo un juego sucio, decepcionante, totalmente distorsionado de lo que con tanta claridad te plantean. Después que confiaste, cagaste.
No quiero sentir odio, ni rencor por causa de quien no es capaz de Amar, ni respetar códigos.
Ahora siento lástima, pena, pero no por mí, sino por quien no pudo superar sus miserias, por quien no sabe poner la cara, quien no supo nunca poner la cara
¿Sentir lástima o pena será lo mismo que odiar o sentir rencor?.
Tal vez al sentir lástima o pena, aún sienta en mí esas mezquindades que son propias del ser humano en todas sus facetas, las luminosas y las oscuras; que forman ese equilibrio-desequilibrio, tan delicado que somos o intentamos ser.
No quiero esto en mi vida. Yo creo que valgo mucho como para sentir de esta forma. Busco pureza en mi corazón y sé que la tengo; busco se me entregue de alguna forma, aunque sea mínima, la misma honestidad, sinceridad, claridad, diálogo que yo di y doy.
No siempre es posible, la perfección no existe ni en mí ni en nadie. Hay tiempos diferentes para cada ser humano. Mi tiempo ya no es el tuyo, nunca lo fue. A esta altura no se ni me interesa si realmente querías que lo fuera.
Yo di sin esperar, gran error de mi parte; además sinceramente pensándolo bien, no quiero una devolución, lo que di ya no es mío, sino de quien se lo di. Si lo tomó.
Yo sé que me entregué, yo me jugué. Y ahora más que nunca sé que me juego, pero a otro juego, a un juego que no es el tuyo y siempre fue el mío.
Yo siento, creo, confío, vivo, tal vez a ti te falta tu tiempo, ojalá lo encuentres, sinceramente ya no me importa.
Ya no siento ni siquiera lástima ahora, igualmente no me parece nada digna tu actitud, pero no está en mi juzgar a nadie, debo ser la menos indicada para juzgar a alguien, si es que existe persona indicada para eso., yo reconozco los errores en mi vida, no puedo hablar de los errores en la vida de los demás, porque tal vez no lo sean, sólo puedo hablar de mis puntos de vista, y como esas actitudes me afectaron a mi.
Siento que no vale la pena seguir buscando tu respuesta, a tan inesperado y tajante silencio, aunque se no habrá respuesta.
Dicen "nunca digas nunca, jamás", no lo digo pero ya no quiero; tengo ganas de sentir mi paz, y no el alma como la sentí hoy, manchada, encogida.
Retomo mi senda, por la cual deseo seguir caminando, creciendo y aprendiendo.
A veces es bueno gritar. Un buen grito expande los pulmones y seguro que suaviza las tensiones de esas almas tan atareadas en nuestros tiempos. ¿Alguno no gritó nunca? De forma evidente, las causas pueden ser muchísimas, un susto, un gol, una celebración u otros estímulos. Pero yo quiero gritar por cosas diferentes.
La vida nunca vuelve a la normalidad. No retorna a ese momento antes de la tragedia que ahora –ilusoriamente- evocamos como un período de calma. Abro la agenda, intento reanudar mi vida, el blog, los mensajes en Facebook… pero nada me sale. Estos últimos días han sido demasiado intensos. Sólo tengo cabeza para repasar el rostro en penumbras de Natalie Portman en el cisne negro, donde se convierte en una psicótica de mierda. Después, se me apilan las imágenes del último día que nos vimos. El resto del tiempo ha sido caminar como un maniquí, mirar sin ver, teclear con furia.
Así no hay quien escriba una línea coherente y moderada. Tengo tantas ganas de gritar, pero me quedé ronca el 14 de febrero.

No hay comentarios:
Publicar un comentario